martes, 20 de marzo de 2012

Añoranzas de un pescador del río Saposoa.

POR: Luis Ordóñez

“La bocatoma del canal de riego Saposoa, ha permitido quizá dar mejor uso a los suelos para cultivos en limpio; en cambio, ha transformado la vida de los peces y la forma de vida de las personas de todo el valle”, es la versión nostálgica de Víctor, que muestra sus angulosas facciones, por el tiempo vivido y la rica experiencia que lleva a cuestas.

El gobierno local de los primeros años del noventa, recogiendo uno de los pedidos de la comunidad organizada, en su frente de defensa y desarrollo, en aquel entonces liderado por Alberto Muñoz y César Quiroz, inicia gestiones ante el Proyecto Especial Huallaga Central y Bajo Mayo, Tarapoto, para hacer realidad el canal de riego Saposoa, que beneficiaría a quinientos agricultores y alrededor de unas mil setecientas hectáreas de áreas irrigables. El perfil del proyecto fue encontrado empolvado en los socavones de los archivos del Ministerio de Agricultura en Lima. Ya en sus manos, el Proyecto Huallaga, bajo la dirección del Ingeniero Antonio Pérez, ha realizado los estudios de campo para la elaboración del expediente técnico. Con las mismas, gobierno local y Proyecto Huallaga, juntos buscaron y encontraron el financiamiento para el inicio de la construcción, que se realizó en agosto de 1992. Fueron momentos de alto grado de emoción, porque fue una obra solicitada por el pueblo profundo y que redundaría a beneficiar en el lejano horizonte del tiempo, al pueblo rural con la producción y al pueblo urbano con el consumo.

En aquel entonces, Víctor y muchos más como Wilman, eran asiduos pescadores del rio Saposoa (ojo: Saposoa, no “sapo”). Wilman pescaba desde la ciudad de Saposoa hasta El Eslabón, su distrito natal. En cambio Víctor pescaba desde Pasarraya hasta la ciudad de Saposoa. Víctor bajaba en balsa, pasando asustado por los malos pasos de Yacusisa; pero, siempre las jornadas le eran provechosas, porque llevaba a casa buenas sartas de pescado fresco de las especies de achpones, toas, bagres, lisas, doncellas y boquichicos. No había pesca sin pescados, de eso Victor y Wilman están seguros.

“Ahora, comenta Víctor con tono apenado, desde la construcción de la bocatoma, no hay pesca en el Alto Saposoa, encima de la bocatoma del canal de riego. Por un lado se hizo bien a la agricultura; por otro, se hizo mal a la naturaleza y a la población”. Luego de una pausa agrega Víctor: “La bocatoma es una barrera que ha cerrado el camino y evita el desplazamiento natural de los peces por las aguas del río Saposoa. ¿Por qué no hay peces ahora en el Alto Saposoa? Porque los que se quedaron luego de la construcción de la bocatoma se acabaron con la pesca ¿Acaso no se reproducen? Para la reproducción en épocas de crecidas del río, los peces adultos bajan al desove, a depositar sus huevos en las cochas, en las inmensas lagunas del Bajo Huallaga y del Amazonas; luego, en épocas de estiaje, de bajadas del caudal del río, los peces en grandes cardúmenes o multitudes salen de las cochas y migran a los ríos de menor caudal en busca de alimentos. No podrían ir aguas abajo porque llegarían al mar (Son peces de río). Y, cuando encuentran una franca barrera como la bocatoma del rio Saposoa, simplemente no pueden surcar. De allí regresan sin cumplir su recorrido. Lo mismo ocurre con la bocatoma del rio Sisa en la localidad de San Pablo; y en todas las bocatomas. Muchas veces, los humanos hacemos las cosas pensando solo en nosotros y no tomamos en cuenta las vidas de muchos más seres que habitan los medios acuáticos y terrestres (bosques)”. Víctor se calla un momento y termina: “Con la pesca he criado mis hijos. Ahora, con mi esposa somos abuelos; y mis nietos ya no conocen las especies que antes poblaban el rio Saposoa; y que gracias a ellas, vivimos felices”, culmina Víctor con añoranza.

FUENTE: DIARIO VOCES.

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